La tan esperada llegada del Certificado Digital Covid a Europa se ha interpretado como un punto de partido para el regreso de la normalidad en los viajes. Por ello, asociaciones como la WTTC han hecho un llamado por desarrollar documentos similares en Latinoamérica. Sin embargo, no todos están seguros de que pueda lograrse.

Tras meses de diálogos, discusiones y presiones por parte del sector turismo, desde el 1 de julio comenzó a funcionar el Certificado Digital COVID en Europa.  Llegando justo a tiempo para el verano, este documento facilita la movilidad en los recorridos transfronterizos en todos los países de la Unión Europea, a excepción de Irlanda.

El Certificado Digital COVID retoma la idea de los pasaportes sanitarios con el objetivo de eliminar las cuarentenas y otras medidas en los viajes. Funciona como una acreditación digital de que una persona ha sido vacunada contra el coronavirus, se ha recuperado de la enfermedad o se ha realizado una prueba con resultado negativo. El documento es gratuito, se puede usar en digital y papel y se encuentra en la lengua nativa y en inglés. Lo más importante es que es válido en todos los países de la Unión Europea.

Su llegada parece ser la respuesta a las constantes peticiones de las empresas, asociaciones y entidades turísticas que pedían un documento que permitiera una movilización de punto a punto de manera segura que simplificara los procesos de migración y disminuyera o eliminara los requisitos adicionales.

“Reconocemos la labor de la Comisión y a las instituciones de la UE por adoptar esto rápidamente. Los Estados miembros de la UE deben adoptar un enfoque coordinado, alineando las políticas para evitar la fragmentación y la confusión entre los turistas que necesitan reglas y regulaciones claras para que los viajes se realicen de manera óptima”.

Virginia Messina, vicepresidenta senior del WTTC.

Asimismo, este certificado es el primero de su tipo a nivel gubernamental, aunque no es el primeros pasaportes sanitarios en existir. La iniciativa inició, realmente, con las compañías aéreas que buscaban facilitar la reanudación segura y eficiente de los vuelos internacionales. Como resultado surgieron el CommonPass (usado por Cathay Pacific, United Airlines y JetBlue, etc.), ICC AOKpass (Singapur Airlines y Air France, entre otros), VeriFLY (American Airlines, Alaska Airlines), Clear Pass (Delta Air Lines), entre muchos más.

El problema de todas estas iniciativas fue su dispersión. Por ello, el lanzamiento del IATA Travel Pass se posicionó como una solución para estandarizar estas herramientas digitales y eliminar las confusiones. Sin embargo, en el sector era evidente la necesidad de un pase gubernamental que ampliara el margen de estas movilizaciones y acelerara el proceso. Por ello, el certificado europeo representa para muchos un ejemplo y punto de partida para impulsar los viajes internacionales seguros.

“El WTTC confía en que el Certificado Digital COVID de la UE impulsará la confianza de los consumidores y del sector de viajes y turismo en toda Europa, que ha estado en una lucha por la supervivencia durante más de un año”.

Por supuesto, es conveniente no olvidar que todo esto no sólo se remite a la coyuntura de la pandemia. Algunos expertos estiman que muchas prácticas implementadas permanecerán una vez sea superada. Entre ellas, la preocupación por la bioseguridad y los protocolos aeroportuarios. Y, si todo resulta bien en Europa, los pasaportes sanitarios allí podrían abrir la puerta a la tan esperada identificación biométrica.

¿Y el pasaporte sanitario de Latinoamérica?

Tras el lanzamiento del Certificado Digital COVID, El WTTC elevó un llamado para que los países de Latinoamérica intenten implementar un documento similar, que acredite el estado de salud o vacunación de los turistas.

Virginia Messina afirmó:

“el Certificado Digital permitiría facilitar los viajes y el turismo, al agilizar los controles de entrada y salida de los aeropuertos, en alineación con los estándares establecidos por la IATA, sobre esquemas de vacunación, realización de pruebas y seguimiento de viajeros que ya tuvieron la enfermedad”.

Si bien la idea de un documento que elimine las restricciones de viaje y acelere los trámites en la región es una gran oportunidad para la región, lo cierto es que su ejecución ha estado llena de baches.

En abril de este año, el entonces viceministro de Turismo Julián Guerrero declaró en una rueda de prensa que Colombia “fue el primer país” de la región en proponer el tema, y elevó la propuesta a la OEA y al BID para su desarrollo, pero no se obtuvieron desarrollos.

La misma sensación queda tras escuchar las intenciones de Mercosur. La semana pasada, los ministros de turismo de la asociación se reunieron y concluyeron que es necesario actuar como región para lograr el reinicio del turismo. Incluso, se concretó que un encuentro en noviembre para la creación de un pasaporte suramericano.

No obstante, surgen muchas dudas al respecto: ¿Cuándo fue la última vez que Suramérica o, aunque sea, Mercosur han logrado una actuación conjunta y en bloque?, ¿Por qué esperar hasta noviembre? ¿Se logrará la construcción de un pasaporte regional cuando todavía no se ha logrado homogenizar las visas entre los países?

Lo cierto es que, aunque la Unión Europea es un ejemplo para el mundo, su éxito radica en su unión. Es un bloque que cuenta con comisión, reglas y años de trabajo conjunto. Suramérica y Latinoamérica no cuentan con esta estructura organizativa. Ni siquiera Mercosur tiene el camino fácil, dado que en 30 años se han presentado numerosas dificultades para lograr acuerdos básicos para funcionar como región. ¿Se logrará con un tema de tanta urgencia y complejidad?

Cabe recordar, además, que esta implementación debe pasar por los diferentes ministerios de relaciones exteriores, salud pública y del Interior de los países. Por lo que, en caso de lograrlo, es muy probable que el funcionamiento de este documento sea muy diferente al de la Unión Europea.