Tras el cierre del espacio aéreo de la Unión Europea (UE) a Rusia (y viceversa), debido a su invasión a Ucrania, las aerolíneas han registrado un incremento en los costes, lo que se traducirá en boletos más caros.

Unas de las preocupaciones más notables por el sector ha llegado, tras la invasión de Rusia en territorio ucraniano. Se trata del incremento que tendrán que hacer muchas aerolíneas en los tiquetes aéreos a causa del incremento del consumo y precio del combustible.

En el primer escenario, el cierre del espacio aéreo de la UE a Rusia y la prohibición del gobierno ruso a más de 36 aerolíneas (la mayoría de origen europeo y de Estados Unidos) de volar por su territorio, ha obligado a las compañías aéreas a tomar rutas alternas para los vuelos que normalmente sobrevuelan alguno de los espacios aéreos prohibidos.

De esta manera, algunas de las grandes aerolíneas perjudicadas son la australiana Qantas, la británica British Airways o la estadounidense United Airlines que han tenido que tomar desvíos para llevar a cabo conexiones intercontinentales con Asia u Oceanía, pues normalmente atravesaban territorio ruso.

Lo anterior evidencia un mayor recorrido en los itinerarios lo que supone un mayor consumo de combustible para estos trayectos, además de otros factores como el incremento de horas de vuelo de las tripulaciones y el mantenimiento de los aviones. De acuerdo con expertos en aviación comercial, “dicha situación repercutirá directamente en el precio de las tarifas para pasajeros y vuelos de carga”.

En el segundo contexto, la disputa entre ambos países ha disparado las tarifas del petróleo. Por lo cual, muchas compañías aéreas han tenido que buscar otros mercados para la adquisición de combustible, pues en general, muchas empresas importan este bien desde Rusia.

Es así como las tarifas de las regiones rusas del Báltico y el Mar Negro en Europa han aumentado más de US$100.000 al día, alcanzando las más altas desde 2008, según datos de la Bolsa del Báltico en Londres.

Ante este hecho, las aerolíneas se enfrentarán a un incremento en sus costos operativos derivado del alto precio del combustible, y tendrán que decidir qué porcentaje de esta alza lo absorben como operador, y qué porcentaje se les cobrará a los pasajeros.