La medida, impulsada por el Departamento de Seguridad Nacional, refuerza los controles fronterizos bajo la administración Trump.
El gobierno de Estados Unidos anunció la expansión del sistema de reconocimiento facial para todos los viajeros extranjeros que entren o salgan del país, como parte de una política más amplia de endurecimiento de los controles migratorios.
Según una regla final publicada este lunes en el Registro Federal por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), el país comenzará a fotografiar a todos los no ciudadanos que crucen sus fronteras, ya sea por aeropuertos, puertos marítimos o pasos terrestres. Las imágenes captadas serán comparadas mediante tecnología de reconocimiento facial con otras bases de datos del gobierno, gestionadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
El objetivo, según el DHS, es verificar la identidad de cada viajero en tiempo real, prevenir la entrada irregular y reforzar la seguridad nacional. La tecnología se aplicará tanto en los procesos de entrada como de salida, una expansión significativa respecto de los programas piloto iniciados en 2017.
“La implementación completa del sistema de comparación facial es esencial para proteger nuestras fronteras y asegurar que los viajeros sean quienes dicen ser”, señaló el DHS en un comunicado.
El programa ya funciona parcialmente en aeropuertos como Miami, Dallas, Nueva York y Los Ángeles, donde los pasajeros internacionales son fotografiados antes del embarque o durante el control migratorio. Según datos oficiales, la tecnología ha permitido detectar más de mil casos de fraude de identidad desde su puesta en marcha.
Sin embargo, organizaciones de derechos civiles han criticado la medida, señalando riesgos para la privacidad y posibles sesgos algorítmicos. “El reconocimiento facial amplía la vigilancia masiva y puede afectar de forma desproporcionada a comunidades minoritarias”, indicó la ACLU en un comunicado reciente.
El DHS afirmó que las imágenes capturadas se conservarán solo por el tiempo necesario y que los datos de ciudadanos estadounidenses no serán almacenados de manera permanente.
 
								 
								 
													 
								

