La cascada situada en la región del Biobío conserva su atractivo turístico gracias a un acuerdo alcanzado en 2017 para que, independientemente de las condiciones climáticas, no se afecte su flujo ni la actividad alrededor.
El Salto del Laja, ubicado 25 kilómetros al norte de Los Ángeles, es un emblema paisajístico del sur del país. La cascada sobre el río está rodeada de abundante vegetación -boldo, nalca, arrayán, sauces- y convoca a numerosos servicios turísticos, entre hoteles, campings y restaurantes, además de propuestas de turismo aventura.
Este verano, por quinto año consecutivo, el salto de agua seguirá siendo un atractivo turístico gracias a la conservación de su caudal. Esto se logra gracias a un acuerdo que data de 2017 y que se alcanzó para permitir el funcionamiento normal de la actividad turística.
Actualmente, pasan por la cascada 22 m³ por segundo, según la información aportada de la Dirección General de Aguas (DGA), dependiente del Ministerio de Obras Públicas. “Hemos tomado parte de esto y fue lo que se logró en el acuerdo, mantener un caudal constante y estable para que se pueda mantener el turismo en la zona”, dijo a la radio local el jefe del Departamento Técnico de la organización gremial, Leonardo Bombin, explicando que el estado del embalse limita mucho las condiciones del río.
El origen del acuerdo se remonta al verano de 2015 cuando el Lago Laja llegó a un nivel crítico debido a la sequía y se afectó el caudal del río. De este modo, el salto casi se secó y se puso en evidencia el problema de la distribución de aguas del lago: comenzó así una mesa de recuperación que durante casi tres años evaluó propuestas y finalmente acordó nuevas reglas de operación y reparto de los volúmenes de agua.
El convenio de 2017 para la operación del Lago Laja es un hito para la gestión de los recursos hídricos en el país, un acuerdo transversal con todos los actores relevantes de la región. En esa ocasión se acordó reservar un volumen de agua para la recuperación del lago, mediante una regla de ahorro y recuperación que funciona como medida de adaptación al cambio climático.
