Con el regreso del republicano a la presidencia, es posible que haya algunas políticas más estrictas, con un impacto incierto en el número de visitantes internacionales hacia destinos estadounidenses.
Donald Trump vuelve a la presidencia de Estados Unidos, y su regreso plantea interrogantes sobre el rumbo que tomarán las políticas turísticas del país. Durante su primer mandato (2017-2021), Trump implementó medidas que impactaron significativamente al sector turístico, y por lo tanto es previsible que su nueva administración retome algunas de estas iniciativas.
Por el momento solo se trata de especulaciones, y no hay indicios de que el nuevo presidente retome sus viejas políticas, las suavice o las haga más rígidas.
Sin embargo, los expertos del sector, en declaraciones a medios estadounidenses, se encargaron de recordar que una de las características distintivas de la administración Trump fue la implementación de políticas migratorias estrictas, incluyendo prohibiciones de viaje para ciudadanos de ciertos países de mayoría musulmana y un endurecimiento en los procesos de visado.
Estas medidas generaron una percepción de Estados Unidos como un destino menos hospitalario y se tradujeron en una disminución de visitantes internacionales durante ese período, si bien también hay que considerar el impacto de la pandemia que estalló en 2020.
Si en su segundo mandato Trump restablece, o incluso amplía estas restricciones, el impacto en la afluencia de turistas extranjeros podría ser negativo.
La administración Trump mostró preferencia por fortalecer el turismo interno, promoviendo destinos nacionales y alentando a los estadounidenses a viajar dentro del país. Esta estrategia busca reducir la dependencia del turismo internacional y estimular la economía local, pero corre el riesgo de limitar la diversidad cultural y la riqueza que aportan los visitantes extranjeros al sector turístico estadounidense.
Las políticas exteriores de Trump, caracterizadas por un enfoque proteccionista y la imposición de aranceles a países como China, también han sido fuente de tensiones diplomáticas que pueden repercutir en el turismo.
Las relaciones bilaterales tensas podrían derivar en una disminución de visitantes provenientes de naciones afectadas por estas políticas, afectando a sectores como el turismo de negocios y los intercambios culturales.
En particular, para los países latinoamericanos, las políticas migratorias más estrictas y las posibles restricciones de visado podrían dificultar los viajes a Estados Unidos. Además, la retórica de la administración Trump con respecto a la inmigración ilegal y la seguridad fronteriza podría influir en la percepción de los viajeros latinoamericanos sobre la hospitalidad y seguridad al visitar el país.