Entre el verde esmeralda de la selva y el azul profundo del Pacífico, Costalegre se ha convertido en uno de los destinos más fascinantes y diversos de México.
Este corredor turístico de 284 kilómetros —que abarca los municipios de Cabo Corrientes, Tomatlán, La Huerta y Cihuatlán— combina playas vírgenes, bahías escondidas, montañas, esteros y pueblos costeros que preservan la esencia del Pacífico mexicano.
Su riqueza natural, cultural y gastronómica lo convierte en un destino sorprendente que, además, redefine el concepto de lujo a través de experiencias auténticas y sustentables.
Su gastronomía fusiona la frescura del mar con los sabores de la sierra. En Tehuamixtle y Punta Pérula, los ostiones recién extraídos del mar son un imperdible; en Barra de Navidad, las tiritas de pescado conquistan paladares; mientras que en Tomatlán, la salsa chiltepín y las lobinas al ajillo de la Presa Cajón de Peña revelan la riqueza culinaria de la región.
Costalegre es un paraíso para quienes buscan contacto directo con la naturaleza. Los manglares resguardan aves exóticas, las playas vírgenes invitan al descanso y la selva ofrece caminos que conducen a miradores espectaculares. Actividades como snorkel, surf, pesca deportiva, avistamiento de ballenas, liberación de tortugas, kayak, senderismo y recorridos en bicicleta permiten explorar un entorno que se transforma sin olvidar su esencia.
Uno de los recorridos más emblemáticos es el sendero de Boca de Tomatlán a Quimixto, que combina montaña, selva y mar, pasando por playas como Colomitos, Madagascar, Caballo y Las Ánimas. El trayecto concluye en Quimixto, un remanso para descansar.
Costalegre también es un refugio para el bienestar. La posibilidad de practicar yoga al amanecer en una playa virgen, recibir un masaje al aire libre o participar en sesiones de meditación y sound healing convierte al destino en un santuario para la renovación física y emocional. Su atmósfera tranquila, acompañada por el sonido del mar y el aroma de la vegetación tropical, crea un entorno ideal para reconectar con uno mismo.
En Costalegre, el lujo se vive de forma íntima y orgánica. Hospedajes como Four Seasons Resort Tamarindo, Las Rosadas y Las Alamandas han sido reconocidos por su arquitectura integrada al paisaje, su gastronomía de autor y experiencias que van desde visitas a huertos orgánicos hasta deportes como polo, golf en escenarios que sobrepasan los sentidos.
Careyes, uno de los enclaves más icónicos, destaca por sus castillos frente al mar, villas privadas y una propuesta cultural que incluye festivales de cine, arte y música. Su diseño, que mezcla inspiración mediterránea y mexicana, crea un ambiente donde la privacidad y la armonía con la naturaleza son el verdadero lujo.
Frente a Punta Pérula se encuentran las islas Cocinas, Mamut y Pajarera, ideales para escapadas de fin de año. Isla Cocinas sorprende con su arena blanca y aguas tranquilas; Isla Mamut cautiva por su silueta rocosa; e Isla Pajarera es hogar de miles de aves marinas y un paraíso para el snorkel.
Playa Colomitos, considerada una de las más pequeñas de México, es otra joya escondida. Su acceso -ya sea por sendero o taxi acuático- convierte la visita en un viaje aparte.
Por su parte el puerto Barra de Navidad ofrece una mezcla perfecta de historia, arquitectura colonial y actividades acuáticas. Su malecón, la laguna de Navidad, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y playas como Cuastecomates o La Manzanilla hacen de ella un destino ideal para familias, parejas y viajeros que buscan autenticidad.

